Colombia

Élite colombiana siembra caos

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Élite colombiana siembra caos, expresa el analista político Juan Alberto Sánchez Marín, en referencia a Colombia.

Élite colombiana siembra caos y el Gobierno de Iván Duque esquiva un diálogo indispensable. La movilización actual es de las más intensas, prolongadas y dramáticas de la historia nacional. La situación es grave. No se llega a ningún acuerdo, ni se va a llegar.

Comentarios del analista internacional colombiano Juan Alberto Sánchez Marín (director de dXmedio) en entrevista con Edison Restrepo, conductor del programa «Despierta País«, del canal Abya Yala TV (Bolivia). Esta es una versión de la entrevista sobre la difícil situación presentada en Colombia.

Paramilitares: del campo al nuevo campo de batalla

El Gobierno de ultraderecha de Iván Duque intentó inicialmente dividir las conversaciones con los líderes del paro nacional. Pero la reticencia al diálogo es evidente, y la soberbia enorme.

Así, hemos llegado a la situación en que estamos, precisamente, por la falta de diálogo. El presidente Duque no asiste a las reuniones pautadas. Siempre trata de imponer sus medidas, y lo que hace es decretar el aumento de la represión.

En Cali, se ha llevado a cabo un experimento siniestro, macabro. La ciudad es militarizada y, mientras tanto, son encubiertas las actuaciones paramilitares en la ciudad.

Grupos de autodefensa urbanos, supuestamente. En realidad, no se sabe hasta qué punto son de autodefensa de los propios barrios, de los habitantes de los conjuntos residenciales, y no, más bien, intervenciones exportadas de otros lugares. Para dispararle, por ejemplo, a los marchantes, a los miembros de la minga indígena.

Un ducado violento

Colombia es uno de los países más desiguales, el segundo en América Latina y uno de los más desiguales del mundo. Es un país que ha vivido en confrontación, en guerra, durante más de dos siglos, desde las épocas de la independencia de España.

La élite colombiana siempre ha sembrado el terror, la división. Ha sembrado, sobre todo, los campos de sangre y muerte. Hemos tenido violencias tan prolongadas como la de mediados del siglo anterior, la llamada Violencia de los años cincuenta, que duró, mal contado, diez, doce años. Y la cual produjo entre doscientos y trescientos mil muertos.

Aquí en Colombia lo que ha habido son breves lapsos de paz, y preparaciones para la siguiente conflagración. Ahora, cuando había un poco de esperanza en un acuerdo de paz, este Gobierno llegó y lo hizo trizas, y empezó la época de terror que vivimos en los últimos dos años.

Represión contra la presión

La protesta actual está tremendamente justificada. Es el único modo que le ha quedado para expresarse a grandes sectores de la población.

Sin embargo, Iván Duque la confronta mediante una represión brutal. Tal es la manera acostumbrada de las élites. Lo que hace el Gobierno actual muestra cómo se maneja el fenómeno de la protesta social en este país, pero llevado a extremos inverosímiles.

En chile, hubo más de 30 muertos durante las protestas de 2019, y el Gobierno de Piñera tuvo que convocar a una constituyente. Con la muerte de mucho menos personas se han caído gobiernos. Pero aquí, en Colombia, no pasa nada.

Aquí el Gobierno de Duque sigue intensificando sus medidas atroces y continúa como si nada sucediera.

La fuerza oscura tiene nombre propio

En Colombia hay un poder absolutamente mafioso, criminal, instaurado en el Gobierno. Duque representa esos intereses criminales. De Álvaro Uribe, María Fernanda Cabal, José Félix Lafaurie.

Un poder de terratenientes que ha sido siniestro. Son las fuerzas oscuras, que tienen nombre propio, y que son tan claras.

Oligarquías que en este país están acostumbradas a conservar el poder político y el económico. Al nivel nacional, unas veces más, otras menos. Pero siempre, intensamente, en los niveles regional y local.

Son los grandes propietarios y despojadores de la tierra, habituados, además, a conservar sus caudales a sangre y fuego.

Cada tanto instauran nuevas estrategias paramilitares, nuevos grupos que se acrecientan, y ahora con vínculos muy estrechos con el narcotráfico. Y eso es lo que tenemos en el poder.

La élite colombiana siembra caos por conveniencia, pero, también, porque es la práctica conocida y acostumbrada para sofocar la protesta social y las movilizaciones.

La ciudadanía contra las cuerdas

A la sociedad colombiana, al pueblo colombiano le duelen muchísimo sus muertos, sus jóvenes. Pero a estos sectores de élite no le duelen en lo más mínimo.

De ahí, esta manera despiadada en la que desde el Estado se confronta la rebelión, la protesta, las marchas pacíficas. Porque en su gran mayoría han sido pacíficas. Pero hay sectores que están cansados.

¿Porqué los reiterados ataques al sector financiero, a los bancos, a la fuerza policial, a la autoridad?

Porque no tienen ninguna legitimidad. Porque han sido los que han saqueado, y reprimido y asesinado a gran parte de los sectores sociales, a los líderes sindicales, indígenas, comunales, campesinos, en fin.

Es la muerte, permanentemente. Asesinatos y masacres que efectúan a lo largo y ancho del país, y que ahora los vivimos en las propias ciudades. Porque la ciudadanía es la que está contra las cuerdas.

Corrupción política y económica

Yo creo que durante este Gobierno no hay ninguna posibilidad de variación de las cosas.

Quienes detentan el poder, este señor Duque y toda la estructura que lo acompaña, y, sobre todo, la verdadera presidencia, en cabeza de Álvaro Uribe Vélez, están detrás de la descomposición.

Al igual que lo están esas fuerzas económicas de poderosos terratenientes, grandes ganaderos; agroindustrias, y, también, desde luego, el sector financiero.

Durante esta pandemia no podemos olvidar que una de las mayores beneficiadas ha sido la banca corrupta del magnate Luis Carlos Sarmiento Angulo. La fortuna de este banquero, una de las más grandes del mundo, se hizo a partir del saqueo de las arcas estatales.

Se trata de una banca vinculada a la corrupción fenomenal de Odebrecht, que en el país ha sido grave y profunda. Pero, además, impune. Y que puso fiscal general para lavar los pecados.

El fiscal actual, Francisco Barbosa, es un segundón de las políticas de Duque, pero el anterior, Néstor Humberto Martínez, era arte y parte de la organización criminal corrupta. Una de las personas más corruptas del país y vinculada con casos extremos.

Gobierno para unos, desgobierno para todos

Esa impunidad tan grave tiene carcomida la estructura del país. Tenemos un señor, Iván Duque, que llega de modo cuestionable a la presidencia. Lo hace mediante la compra de votos, y el apoyo del paramilitarismo y el narcotráfico. Entonces, además de todo, es ilegítimo.

Un Gobierno de tales características, con una manera de gobernar excluyente, que profundiza la desigualdad. Son factores que están en la raíz del caos presente.

La hundida propuesta de reforma tributaria fue sencillamente el detonante de una situación profunda y estructural. Una intentona de reforma que ponía toda la carga impositiva sobre los estratos bajos y medios de la población, uno, dos, tres y cuatro.

Hace apenas dos años, hubo una reforma fiscal con exenciones para los grandes capitales, las grandes empresas, como las de Sarmiento Alguno, el sector financiero. Con los privilegios otorgados entonces a los ricos se hubieran cubierto las necesidades fiscales que existen hoy en día.

Así que es una forma de gobernar que atenta contra las mayorías de la población. A la que se suma al pésimo manejo de la pandemia de la COVID-19, donde las vacunas ni siquiera llegan, y donde no hay una estrategia nacional de vacunación.

Masacres rurales, masacres urbanas

Yo soy pesimista en relación con lo que puede pasar. Hay mucha desconfianza con los diálogos.

No es una desconfianza por las situaciones pasadas, por las traiciones a las que Duque sometió a las contrapartes luego de llegar a acuerdos.

Es por lo que pasa ahora, por la insistente negación del diálogo. Pareciera que hay un interés en que no exista ningún alivio de la situación.

Lo mismo que no se actúa contra el asesinato de líderes sociales y campesinos en las áreas rurales del país, ahora tampoco se hace nada frente a las actuaciones de  los paramilitares urbanos.

Pareciera que se busca generar la desestabilización y caos, para mantenerse en el poder. Acá no hay un Gobierno digno.

Duque atiza el fuego

En Colombia se ha practicado una “depuración” de la institucionalidad militar. La depuración ha sido llevar al extremo una concepción envilecida que primó durante el Gobierno de Álvaro Uribe.

La especie de doctrina que fue el caldo de cultivo donde se generó la siniestra actividad eufemísticamente conocida como falsos positivos. Es decir, el asesinatos de jóvenes inocentes por parte de militares, a cambio de un fin de semana libre o una medalla. Algún estímulo infame.

En verdad, no estamos frente a un problema institucional, porque hay dos, o diez o veinte policías que actúan de determinada manera. El problema es de concepción. Hay una cúpula militar y policial totalmente perversa y pervertida. Corrupta y siniestra.

Empezando por Zapateiro, el Comandante General de las Fuerzas Armadas. O el ministro de Defensa. Es inconcebible que un tipo como este aún se mantenga en el poder, después de las masacres que comete, que incentiva.

Es una concepción institucional la que favorece y permite que se den las actuaciones ilegales por parte de la Fuerza Pública. La estructura se acomoda.

Hay voces, claro está, en desacuerdo con eso, en la Policía y el Ejército. Hay incomodidad. Pero Duque y la cúpula atizan el fuego.

Gentuza de bien

Colombia padece una confrontación generalizada, que afecta a todas las capas de la sociedad. Ni siquiera hablamos de capas altas o bajas, sino de una élite perversa, fascista, nazi, con las herramientas del Estado a su disposición.

Un círculo que cuenta con fortunas mal habidas. Que ha mantenido el poder, durante décadas, gracias la guerra. Así las ha aumentado, y así ha expandido ese centro de generación de guerra en Colombia que es la tierra, la tenencia de la tierra.

Esas capas, esas élites, en realidad son pequeñas, pero tienen gran influencia nacional. A lo largo de la historia, han conformado y financiado grupos paramilitares. Esas élites siniestras son las que están en el poder.

Escribí ahora un artículo titulado: “Criminales de bien mandan en Colombia”. Me parece que ese renglón define lo que sucede. Una élite delincuencial de bien, porque así se consideran sus miembros a ellos mismos.

Yo no sé si ellos mismo se creyeron la propia mentira, pero hay gente que la cree y los considera personas de bien.

Y por eso esas personas de bien disparan contra indígenas muy peligrosos que se defienden con palos de chonta, mientras la gente de bien se defiende con rifles y pistolas.

Por eso aparecen ocho o doce indígenas heridos de bala en Cali, y ni uno de la gente de bien aparece siquiera con un raspón.

Vandalismo calculado: la Élite colombiana siembra caos

Se trata de una situación de manejo mediático, de control de opinión. Una clara estrategia. Aquí no estamos frente al caos, o a un vándalo que hizo esto o aquello.

Existen estrategias de vandalismo generadas desde las propias élites para crearle mala imagen a las marchas.

Maniobras adelantadas con el fin de dañar al movimiento social. Que lo temen mucho porque, de continuar como vienen las cosas, esas élites perderán el poder en las próximas elecciones, en 2022.

Tapar, tapar y tapar

Es muy importante el apoyo que la comunidad internacional pueda dar a la difícil situación en Colombia.

Aquí se procura silenciar las masacres que se cometen, ya no sólo en el ámbito rural, sino en las ciudades, en las calles, con nuestros jóvenes.

La sociedad colombiana está muy dolida con la muerte de jóvenes, las violaciones, secuestros y desapariciones que están sucediendo en este instante.

Se trata de silenciar lo que ocurre, desde el Gobierno. Los grandes medios extienden un manto de silencio. Por eso es tan importante esta difusión, esta voz, compartir y exigirle al Gobierno infame que cese la represión y la muerte.

Gracias por el apoyo para divulgar otros puntos de vista que, por lo menos, contrastan y confrontan la visión unidireccional gubernamental. Una visión que tapa lo que en realidad sucede en Colombia.

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Periodista y director de cine y tv colombiano. Exconsultor N. U. en medios. Catedrático universitario. Productor de programas en HispanTV, RT, TeleSUR, Señal Colombia. Analista internacional. Director dXmedio.

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