Colombia

Ofensiva contra los indígenas en Colombia

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Ofensiva contra los indígenas en Colombia, una persecución brutal de cinco siglos frente a la que el Gobierno de Iván Duque es indiferente.

Ofensiva contra los indígenas en Colombia durante un Gobierno de burócratas en las antípodas de los cometidos institucionales.

Desde la perspectiva del revés, a lo mejor, el exministro de Defensa Guillermo Botero fue competente para proteger a los indefensos terratenientes, a desvalidos patronos paramilitares y a otras desamparadas sabandijas que el capitalismo criollo produce a granel.

Los indígenas colombianos, pasados cinco siglos, todavía padecen la persecución más brutal. Su resistencia no ha sido sólo por la defensa del territorio: se trata de la lucha por la dignidad y la sobrevivencia.

En la actual ofensiva contra indígenas en Colombia lo que vuelve a estar en juego es la vida de muchos pueblos originarios. Un asedio que no cesará mientras ellos se crucen en el camino de las agresivas e insaciables dirigencias mafiosas, nacionales y regionales.

Masacre tras masacres

Dos masacres ocurrieron en la última semana de octubre al norte del departamento del Cauca, en el suroccidente de Colombia.

Durante el primer fin de semana de noviembre fueron asesinados dos indígenas y varios más desde entonces. Cerca de veinte personas en unos cuantos días, en la misma zona, y en el más completo y chocante mutismo institucional y mediático.

Ambas masacres y todas las muertes estaban pronosticadas. Las veían venir las comunidades, y los ministerios de Interior y Defensa, advertidos en reiteradas oportunidades, incluso, por la Defensoría del Pueblo.

Aunque no debería ser asunto de notificación, pues esa es la función de tales instituciones: advertir qué puede suceder en donde operan. Y saber cómo preservar la vida de quienes son objeto de su protección, sobre todo, en zonas de franca conflagración.

Por desgracia, es la constante en un Gobierno indolente que hace poco por evitar esa matazón con muertos de segunda, sin cronistas, pero anunciadas. Mejor dicho, nada, aparte de realizar intrascendentes consejos de seguridad.

Dejar quemar, sospechosamente, las pruebas que tiene en custodia. Disponer anillos de protección que son un peligro para los asegurados. Ingeniar planes de choque social que se chocan sin salir de Bogotá.

Una pléyade de incompetentes

Otra táctica manida e inútil fue enviar de urgencia al exministro de Defensa, el comerciante Lorenzo Guillermo Botero. El funcionario más inepto que hubo entre una pléyade de incompetentes que aún no se van.

Un comisionado de paz, el engominado señor Miguel Ceballos, con lenguaje de cruzado de guerra, que pasó indemne por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Quien mandó al traste los diálogos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y de paso multiplicó por tres, en pocos meses, el número de sus guerrilleros.

Una ministra de Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, íntegramente acomodada afuera de la realidad, que asevera que los indígenas son los causantes de su propio infortunio.

Un negacionista del conflicto armado, Rubén Darío Acevedo, administrando la institución creada para comprenderlo y no olvidarlo, el Centro Nacional de Memoria Histórica. Un desalmado es el alma de la memoria en un país desmemoriado.

Un defensor de DD. HH. que atenta contra ellos

Un consejero de Derechos Humanos, Francisco Barbosa, que le acomoda los desmanes del SMAD a la falta de autocontrol de quienes participan en las protestas sociales. El descerebrado que expone en público, como si fuera una noticia, que el asesinato de líderes sociales se redujo en un 47%, entre enero y octubre de 2019, en 48 municipios (RCN).

No incluyó en la estadística a los 1075 municipios restantes que, hasta para el gubernamental Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), también hacen parte del país. No lo hizo, claro está, porque apenas con la décima parte de esa cifra sus estadísticas de mierda no cuadran.

En este gobierno de burócratas en la antípoda de los cometidos institucionales y desde la perspectiva del revés, el desprestigiado exministro de Defensa pudo ser competente.

Lo fue, de hecho, a la hora de proteger al indefenso terrateniente, al desvalido patrono paramilitar. Y a algunas otras sabandijas desamparadas y por el estilo que el capitalismo criollo produce a granel.

De la Defensa y los desprotegidos

En la primera masacre, asesinaron a una gobernadora y cuatro guardias indígenas nasas. Menos de 48 horas después, a escasos 15 kilómetros, las víctimas fueron cuatro contratistas que efectuaban mediciones topográficas en una área de cultivos ilícitos. Al rato aparecería el cadáver del escolta que cuidaba a otro líder indígena.

Horas antes de la matazón ametrallaron al líder campesino Flower Trompeta, con disparos de ráfaga por la espalda. En un combate, sostuvo el Ejército. En un combate que no existió, dicen las circunstancias.

Entonces uno se pregunta: ¿ronda de nuevo el fantasma de los asesinatos extrajudiciales, eufemísticamente, llamados «falsos positivos”?

No, afirmó de manera tajante el susodicho exministro de Defensa. Quién sabe, pensamos la mayor parte de sus compatriotas, quienes, de chasco en chasco, aprendimos a desconfiar de sus contundentes y mentirosas confirmaciones.

¡Quién va a saberlo!, si hasta no hace nada existía una directriz que estimulaba el logro de resultados a como diera lugar. Los resultados son enemigos dados de baja. Los enemigos dados de baja son colombianos.

La muerte no juega a los dados: arma rompecabezas

Delincuentes, sí, pero también lo fueron una vez jóvenes inofensivos, engañados y ejecutados a mansalva. Miles, hace unos años. Aquellos asesinatos a mansalva cometidos o comprados por militares criminales. Los mal llamados “falsos positivos”, que el Centro de Memoria olvida.

Ocho niños ¡todavía no hace tres meses!, en un bombardeo en el departamento de Caquetá. Una faena perversa en la cual las argumentaciones a favor de su legalidad acrecientan las certezas de lo opuesto.

Claramente: que el entonces ministro de Defensa, los altos mandos militares y los jurídicos que autorizaron la operación (¿ejecución?) tenían previo conocimiento de que en el objetivo había menores de edad. Ocho, o quizás dieciocho (W Radio).

El dato minucioso lo sabremos cuando Medicina Legal termine de armar los cuarenta fragmentos de cuerpos de niños que consiguió recuperar. O que le dejaron recoger.

Bombardeos y meticulosos

¿Hasta cuándo será que los ciudadanos adormecidos por las mentiras soporíferas de los grandes medios se han de tragar el cuento de que ni el presidente ni los altos mandos militares, ni nadie en la elevada cima del Comando Central, tenían idea de que entre los objetivos había menores de edad? O de que pudiera haberlos.

¡Cómo así que nadie tomó nota de la denuncia repetida de un alcalde!, Humberto Sánchez, de San Vicente del Caguán, del ¡Centro Democrático!, además. O de las muy valerosas de un personero, Herner Carreño, de Puerto Rico.

Ni de las advertencias de la Defensoría del Pueblo. O de los avisos de varias familias atormentadas, en una zona en la que se llevan a cabo consejos de seguridad por costumbre. Adonde, igualmente, actúa la ponderada red de inteligencia militar, y donde, desde hace meses, es vox populi el reclutamiento forzado de menores.

Consejos de seguridad de los que hacen parte, según investigación del portal La Silla Vacía, «la Fiscalía, la Personería, el Comando Específico del Caguán, la Sexta División, la Fuerza de Tarea Júpiter, la Fuerza de Tarea Conjunta Omega (que realizó el bombardeo), la Policía Nacional y la Administración Municipal”.

Seamos claros: a quienes adelantaron el operativo les valían poco los principios de precaución y de proporcionalidad, y tienen un concepto tan desequilibrado de los principios de seguridad y necesidad que los antepusieron a la vida de tantos niños.

La reacción del reaccionario

Sí, mataron a unos malhechores. Uno, alias Gildardo Cucho, recitan a una jefes de prensa institucionales y grandes medios, muy peligroso. ¿Y qué? Me valen un bledo los seis u ocho bandidos caídos en una acción que Duque tildó de «labor estratégica, meticulosa, impecable”.

¡Oh albricias! A doce horas del inoportuno anuncio de Iván Márquez y demás compinches criminales de retomar las armas. Lóbrega la reacción estatal; atinado el desacierto gubernamental.

¡Qué noción de lo impecable!, tan aclimatada a las temperaturas de miedo de una doctrina que el país conoce de sobra. Y qué meticulosidad la de personas que carecen de lo que define el término: ni concienzudos ni escrupulosos en su quehacer de carniceros.

Deberían importar un montón y doler hondo los ocho o diez o más niños y adolescentes asesinados, los que, en cortísimo lapso, serán olvidados. Porque vendrá otra masacre para ayudarnos a sobreponer esta; luego otra y otras, que también terminarán extraviadas en nuestra patriótica desmemoria.

Aflige aún más pensar que fueron ultimados a sabiendas de los artífices y los ejecutantes de la maniobra, por la justificación que sea o se acomode. Todos presentados en pedazos como disidentes de las FARC. Y todos, todos todos y en cualquier caso, sujetos de pleno derecho.

Trueques y persistencias

Grave, como se dice en el argot militar, dar de baja a menores de edad. Grave engañar a un país, así una parte menor de los habitantes agradezca que la engañen.

Tan bajo como la ejecución misma fue ocultarla del modo que lo hicieron. Con amedrentamientos y pistolas en la sien de una comunidad de campesinos.

Eso, tapen, tapen, a una sola voz, hicieron el despreciable ministro que salió y el ministro militar que lo reemplazó por unos días. El que, por suerte (de las presiones) también partió rápido, el general Luis Fernando Navarro Jiménez.

Sí, ya no está el empresario capataz más insensible del latifundio gobiernista y uno de los abanderados de la escabrosa ideología del enemigo interno. Tampoco está de ministro encargado, aunque sí permanece con el mando, quien fuera arte parte de la crisis y la desconfianza suscitadas. El militar que defendió al defensor de lo indefendible aún después de ahogado.

Del mediocre al mezquino, o lo contrario

No están, ¿y qué? Amanecerá y veremos, pensó cualquiera. Y el amanecer llegó con otro nubarrón. ¿O qué otra cosa es el nuevo ministro de Defensa, el señor Carlos Holmes Trujillo? Otro ministro de cartilla al frente de una institución traída a pique por el actual gobierno.

Holmes ha sido cónsul en Tokio, embajador en Suecia, Austria, Bélgica y Rusia, y ante la OEA y la Unión Europea. Si en el ámbito de esa trayectoria, la diplomacia, Holmes, como ministro de Relaciones Exteriores desempeñó un papel patético, ¿qué podemos esperar de él en un campo en el que es un absoluto neófito?

Holmes canciller no hizo más que desplazar a Colombia de la posición de modelo citado internacionalmente por el proceso de paz a país paria. Aliado y alineado con los Estados Unidos de Trump, el Brasil de Bolsonaro y el Israel de Netanyahu.

Colombia se abstuvo en la votación impulsada por la ONU de condenar el infame bloqueo de Estados Unidos contra Cuba. Se lavó las manos, que es la peor y vergonzante forma de apoyarlo, contradiciendo el criterio del propio país desde que la votación existe (hace 28 años) y la posición rotunda de 187 países.

Ofensiva contra los indígenas en Colombia

Estos funcionarios mediocres y estas actitudes violentas desde el Estado y los gobiernos son parte de la ofensiva contra los indígenas en Colombia. La persecución que no se fue y que apunta hacia el exterminio de comunidades enteras.

Estamos ante un relevo ridículo en el Ministerio de Defensa. Botero sólo era, al fin y al cabo, la punta de iceberg de la política de seguridad del actual Gobierno. Así como el actual Gobierno y su política, y el propio Uribe, lo son de poderes políticos y económicos pérfidos y definidos.

Sectores empresariales. Financieros, productivos y comerciales. Provincianos, y puntas de lanza de transnacionales ásperas. Corruptos y mafiosos. Terratenientes, ganaderos, con brazos armados y opulencias untadas de sangre.

Fieras del bestiario nacional que no dejan de rugir. Y están al mando. Eso no se puede perder de vista.

Referencias

RCN Radio. (2109). Asesinatos de líderes sociales se reducen en 47 %, según el Gobierno. 23 de octubre. En: https://www.rcnradio.com/colombia/homicidios-de-lideres-sociales-se-reducen-en-47-segun-el-gobierno

W Radio. (2019). Cifra de menores que murieron tras bombardeo en Caquetá ascendería a 18, según testigos. 12 de noviembre. En: https://bit.ly/37gQgJK

Ver también

Muerte a indígenas

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Periodista y director de cine y tv colombiano. Exconsultor N. U. en medios. Catedrático universitario. Productor de programas en HispanTV, RT, TeleSUR, Señal Colombia. Analista internacional. Director dXmedio.

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