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La tiniebla encendida en Bolivia: vuelta al pasado

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La tiniebla encendida en Bolivia: reanudar el pasado, o eso es lo que intenta llevar a cabo los golpistas. Que el país vuelva al camino de siglos de sumisión de la mayor parte de la población. Una ruptura del orden

La tiniebla encendida en Bolivia: reanudar el pasado, o eso es lo que intenta llevar a cabo los golpistas. Que el país vuelva al camino de siglos de sumisión de la mayor parte de la población. Una ruptura del orden constitucional, y una destrucción descarada de la institucionalidad.

Eso es lo que han hecho en Bolivia. Políticos oportunistas, militares traidores comprados por Washington, y una pandilla de narcos y paramilitares, se tomaron el poder por la fuerza. Bolivia inicia así la regresión a los peores momentos de su historia.

Tumbaron a Evo Morales y al vicepresidente García Linera. Y a todo el Gobierno, y a todos los militantes y partidarios del Movimiento al Socialismo, MAS. Ahora irán por los que aún quedan y por lo que representaron.

La tiniebla encendida en Bolivia

Sí, tumbaron a Evo y al gobierno legalmente elegido. Y cuando a los golpistas de punta no se les ocurría a quién poner ni adónde, la ladina Jeanine Áñez los sacó del apuro. En tres minutos se autoproclamó presidenta de Bolivia. Sin respaldo constitucional, sin juramento, y sin el quórum de la Asamblea Legislativa Plurinacional.

Biblia en mano, Dios de labios para afuera, las credenciales de racista consumada le bastaron a Jeanine para que un acucioso jefe militar le impusiera la banda presidencial. Y que le entregara de afán un bastón de mando en un rincón de la desolada Asamblea.

En todo caso, la sucesión ipso facto la avaló el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), el mismo que habilitó a Evo Morales para buscar la reelección. Ente controversial y canalla en 2016, que ahora dijo la última palabra. Un silabeo que al instante fue ley consentida sin chistar.

En la sepulcral mudez de la Asamblea, la senadora Jeanine pidió compungida un minuto de silencio por los muertos que ellos mismos, los golpistas, provocaron. Durante el incoherente balbuceo de posesión, la señora se comprometió a “convocar a nuevas elecciones lo más pronto posible” y con instituciones independientes.

No dijo que lo más pronto posible son, como máximo, noventa días, según lo exige la Constitución. Claro, la Constitución les vale huevo y lo más pronto posible es quién sabe cuándo. Eso sí, no antes de que los golpistas aseguren y negocien el triunfo en unos comicios de pantomima. Las instituciones independientes son la institucionalidad tomada.

Guaidó y Áñez: la guadaña

Otra golpista autoproclamada que se agrega al descolorido Juan Guaidó en Venezuela. Éste, que es un chiste y una completa burla para cualquier democracia, al menos, era presidente de la Asamblea Nacional cuando se trepó a una improvisada tarima callejera para autoproclamarse.

La señora Añez ni eso. Apenas alcanzó a ser una segunda vicepresidenta. De ahí fue que hizo el salto con garrocha a la primera magistratura del país. Y de ahí, seguramente, saltará al exilio o a la cárcel.

Es regla cuantitativa para estos golpistas de farsa no superar la barrera de cien mil votos. Guaidó se creyó presidente con 97492 votos; Añez se lo cree con 91895. Cero y van dos en menos de un año en la atormentada América del Sur. Ambos mandatos, igual de abusivos y hueros.

La autoproclamación de Añez es tan burda que hasta El Nuevo Herald, el periódico predilecto de la gusanera cubana de Miami, la llamó presidenta autoproclamada. En ese panfleto de derecha, eso es lo más cercano a un lenguaje subversivo, castro-chavista.

Claro, el periodismo militante de CNN no llegó a tanto. Con notoria zalamería la denominó, desde el primer momento, presidenta interina. No esperaron siquiera la solicitud perentoria de la Oficina de Prensa de la Casa Blanca en tal sentido, como una vez ocurrió con Guaidó.

CNN, defintivamente, no es un medio sedicioso ni sus periodistas serán perseguidos por los abusadores que se tomaron el poder en Bolivia.

¡Hágase la represión!

La autoproclamada y los líderes opositores hablan de pacificar el país. Tienen claro que lo harán a sangre y fuego. ¿Acáso no van a conseguir pacificar las ciudades que ellos mismos incendian día tras día?

¡Van por la pacificación cazando a quienes protesten con tanquetas y miles de policías, militares, paramilitares y otros perros de presa! Ahora, viene una paz a la brava, que no es otra que la del terror.

Quedan en la ruta hacia la próxima presidencia dos tunantes sin mucha forma ni fondo. Uno, Luis Fernando Camacho Vaca, que tiene la virtud de ser desconocido, pero que todos entienden de las salvajadas de que es capaz.

El otro, Carlos Diego de Mesa Gisbert, con la gracia de ser conocido y que, por lo tanto, todos tienen claro cuán incapaz es para todo, en especial, para gobernar.

¡Cae Evo, al fin! Y con él cayeron los responsables de un desarrollo antes inimaginable para Bolivia. Los artífices de una inclusión y unos avances sociales de los que se admiraron aún organismos e instituciones nada afines en ideología o política a lo representado por ese Gobierno recién derribado.

Como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que una vez reconocieron su acertado desempeño económico y social. Por eso, claro está, ese Gobierno era doblemente peligroso.

¡Arriban los cambas! ¡Abajo los indígenas!

El Gobierno de los indígenas, que constituyen más del 60% de la población, aunque The World Factbook de la CIA los sitúa en sólo el 20%, ha desaparecido. Arriban los «cambas» del Este y se toman los despachos y pasillos del Gobierno.

A las cuadrillas las conduce el 5% de blancos descendientes de emigrantes europeos. Entre otros, alemanes, austriacos, serbios, croatas, por supuesto, españoles, e incluso rusos, «Old Believers» (viejos creyentes ultraconservadores). Sólo es cuestión de unir los puntos.

El vacío de poder se llenará a codazos. Entre ellos mismos se irán despellejando vivos. Ya cayó la cúpula militar golpista, incluidos Williams Kaliman, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Y cayó Vladimir Yuri Calderón, el comandante general de la Policía.

Así la carnicera oposición golpista procura borrar de la opinión los rostros y los rastros de la acción anticonstitucional. Un asalto engendrado en las entrañas de una abrupta metamorfosis poco democrática.

La cola para los cargos disponibles es larga porque en la pequeña élite abundan los que quieren deshacer lo hecho y desandar lo andado como nación. Son muchos quienes ambicionan reactivar, trece años después, los malogrados negocios particulares y los lucrativos negociados transnacionales.

Viaje al pasado

Lo complicado no es que hayan tumbado a Evo, a García Linera y al Gobierno en pleno. El problema es que pronto el país sentirá cómo reaparecen de la sombra los dictatoriales gobiernos militares del pasado, con sólidos vínculos nazis, como los de Barrientos, Bánzer o García Meza.

Resurgirán, como espectros, los tiempos de Sánchez de Lozada, con sus guerras (del gas) y masacres (de octubre). No en cuerpo, pero sí en alma. Militares deliberantes y soberbios; segregación discursiva y efectiva; injusticias de hecho y sin derecho; ejecuciones con cara de inmolaciones.

Grave no es que se vaya a acabar la enorme riqueza de hidrocarburos y minerales con la que cuenta Bolivia, que tiene para rato, sino que volverá a estar en pocas manos. Los ingentes beneficios serán espantados del ámbito social.

El gas, digamos, que ahora es un recurso de todos los bolivianos, hará de nuevo parte de los activos de la ilustre familia Camacho, de Santa Cruz de la Sierra. Sí, la familia del líder golpista recién bendecido, que a los pies de Cristo Redentor no ora tanto por la vuelta de Dios a Palacio como por la del gas a los bolsillos familiares.

La tiniebla encendida en Bolivia: la dictadura

Ni siquiera todo esto es lo más patético. Lo trágico es que luego de la apresurada depuración ideológica, política y económica, los esfuerzos se dirigirán a arrancar de raíz aquella ilusión determinada constitucionalmente y que se refiere a la construcción colectiva de un “Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario”.

Hace rato, es verdad, que las élites clasistas de Bolivia intentan eliminar del ambiente la concepción del Estado unitario. Los aristócratas criollos jamás admitieron lo social ni los asuntos del derecho comunitario. Fueron primero por los símbolos y ya vienen por lo simbolizado.

Anularán ahora lo que huela a plurinacional de la Constitución, y del ámbito jurídico-político habrán de esfumar la Constitución que rige en la actualidad.

La tiniebla encendida en Bolivia pretende justamente eso: reanudar el pasado dictatorial de tan larga data y mala recordación para el grueso de los bolivianos.

Ver también

La tiniebla encendida en Bolivia: reanudar el pasado.
Biblias para un golpe de Estado.
La firmeza frágil del Gobierno de Evo Morales.

juan-alberto-sanchez-marin-gravatar

Periodista y director de cine y tv colombiano. Exconsultor N. U. en medios. Catedrático universitario. Productor de programas en HispanTV, RT, TeleSUR, Señal Colombia. Analista internacional. Director dXmedio.

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