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La primicia sin prisa de los medios en Yemen

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La primicia sin prisa de los medios en Yemen, donde lo que importa no es decir lo que ocurre, sino legitimar los crímenes de los invasores

La primicia sin prisa de los medios en Yemen es la característica de una invasión en la que el Poder actúa y pone de su lado todos los sectores que controla. El mediático, en este caso, y, específicamente, su silencio. Una tragedia de dimensiones colosales que sucede inadvertida.

Después de cinco largos años de bombas y crímenes, la paz, al menos como esperanza, podría retornar. Una paz en medio de los escombros, que luego de los odios acrecentados nunca perdonará a los culpables ni eximirá a los cómplices.

Un cerco despiadado

¡Hambrunas!, sí, para muchos inadmisibles en los adelantados momentos que corren del siglo XXI. Pero el tiempo no siempre se desliza de atrás para adelante. Ese arduo acertijo fue más o menos resuelto desde el albor de las primeras civilizaciones.

Poco o nada separa, por ejemplo, los asedios del medioevo europeo de los emprendidos o secundados en nuestros días por los mismos europeos. O por sus aliados, como la Arabia de los sauditas, país que tanto se asemeja al señorío feudal europeo donde un exiguo grupo de jeques pastorea su rebaño de pozos petroleros.

Poco o nada diferencia la barbarie de las periferias de ayer de la justicia a la medida que caracteriza al civilizado contemporáneo. Y de ayer u hoy, promovidos por este o aquel, el de Yemen es de los peores cercos y de los más despiadados.

La muerte en el patio trasero

Una agencia de ayuda, citada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) (UN News, 2018), estimó que ciento treinta niños morían cada día de hambre y enfermedades extremas al final de 2017. Es decir, alrededor de cincuenta mil al año. Son cálculos hechos con base en las muertes registradas, que son una fracción, seguramente, mínima.

¿La razón? Si acaso, la mitad de los establecimientos de salud funcionan; más de setecientos fueron cerrados. Los que operan lo hacen sin recursos y con personal insuficiente. La pobreza es tal que un buen número de yemeníes no tiene cómo acceder a ellos.

Así que la muerte, como la generalidad de la guerra, permanece oculta. La intensa guerra invisible afuera, en las calles; los muertos sin registro en los patios traseros de los hogares.

Odio en los tiempos del cólera

Junto a la hambruna, el cólera, la difteria y otros brotes infecciosos. Yemen registró, sólo en 2017, más de un millón de casos de cólera y diarrea acuosa aguda (OMS, 2018). Entre enero y mediados de marzo del presente año hubo 109 000 casos sospechosos.  190 muertes se asociaron al cólera.

Una terrible enfermedad (ONU Noticias, 2019), prevenible, tratable y erradicable, que se propaga porque se le niega al país, inclusive, la compasión.

El amor sin sosiego de Florentino Ariza y Fermina Daza aconteció en los tiempos del cólera de una Cartagena imaginaria. El contagio de hoy en día en Yemen es una pandemia trágicamente tangible que asola una tierra de existencia ancestral y comprobada. Ilusoria en el relato de anulación (o no relato) de los agresores. ¡El odio en los tiempos del cólera!

La primicia sin prisa de los medios en Yemen

A esos medios omnipotentes, omnipresentes, con las tecnologías de la comunicación y la información de punta a plena disposición, se les pasó por alto «la peor crisis humanitaria del mundo», según la ONU (2018). Ni más ni menos.

Sólo cuando asesinaron al periodista Jamal Khashoggi dentro de la embajada de Arabia Saudita en Estambul, varios medios se hicieron algunos interrogantes. Se preguntaron si acaso el exaltado reino misógino y represivo de los sauditas, aparte de dinamizar las economías de casinos y lupanares de farándula de la Costa del Sol y brillar en sus titulares melodramáticos, incurriría en otras fechorías de película. No tardaron en comprobarlo. Uno que otro se topó de repente con Yemen.

Érase una vez en la que los periodistas volaron prestos con las tropas estadounidenses para cubrir su heroica guerra contra el terrorismo (Afganistán, 2001). Otra vez, donde ayudaron a convencer a sus ciudadanos del embuste de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva (Irak, 2003).

Y es una edad reciente y contemporánea aquella en la que han tergiversado y relatado hasta el sensacionalismo la guerra contra Bashar al-Asad (Siria, 2011).

Pero algo distinto sucede con Yemen: Coverage of the conflict […] has been sporadic and simplistic [«La cobertura del conflicto (…) ha sido esporádica y simplista»] (Columbia Journalism Review, 2019). 

A decir verdad, los grandes medios no cubren la guerra contra Yemen: la encubren. Lo que ha quedado al descubierto es el carácter fraudulento de los medios y agencias dominantes, así como la hipocresía y, por decir lo menos, la terrible indolencia de las figuras periodísticas de primera línea.

Cifras de la desmesura

El ministro de Salud del Gobierno de Salvación Nacional de Yemen, doctor Taha al-Mutavakel, en agosto, cifró en 140 000 las víctimas civiles, desde 2015 (Hispantv, 2019).

La Matriz de Seguimiento al Desplazamiento (DTM, 2019) de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), estima que hay 3,6 millones de desplazados internos (PDI) (607 865 hogares) dispersos en las veintidós provincias de Yemen. Más de veintidós millones de personas necesitan ayuda humanitaria (Amnistía Internacional, 2019).

si los datos mienten, y es probable que lo hagan, no será a favor de la exageración de las cifras, sino de lo contrapuesto, de su rebaja.

Ha habido más de seis mil ataques aéreos contra objetivos de personas no combatientes. A la fecha de hoy, 21 de octubre de 2019, después de 1696 días de «campaña» de la coalición contra Yemen, se han efectuado 20 233 incursiones aéreas.

17 100 personas murieron en 2015. 15 100 en 2016. 16 800 en 2017 y 30 800 en 2018. Hasta junio de 2019, otras 11 900. Es decir, 91 700 muertos, aproximadamente, en poco más de tres años. Los registrados, claro está.

De la desmesura y otras cifras

Las cifras de la desmesura no son producto de la inventiva: corresponden a las bases de datos del Yemen Data Project (YDP) [Proyecto de Datos de Yemen] y del Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED) [Proyecto de Localización y Datos de Conflictos Armados].

Dos instituciones anunciadas con metas nobles, si bien ligadas a fondos que son obvias ataduras, como la Oficina de Conflicto y Operaciones de Estabilización (OSC) del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Ambos proyectos reciben subvenciones de la Unión Europea (Consejo Europeo de Investigación).

Mejor dicho, si los datos mienten, y es probable que lo hagan, no será a favor de la exageración de las cifras, sino de lo contrapuesto: de su rebaja.

Si la agresión no cesa, los muertos podrían sobrepasar el medio millón para 2020, sostiene la ONU. La coalición, que aseguraba enfocar las medidas de cruzados crueles contra los rebeldes hutíes, en el despropósito está asesinando civiles sin contemplación.

La salvadora coalición de bandidos colapsó el de por sí modesto ingreso nacional de Yemen. Destruyó las infraestructuras e impide la prestación de los servicios básicos.

Arrasó la milenaria riqueza cultural y patrimonial, una de las más invaluables del mundo, al igual que lo hicieron los «redentores» en Irak y Siria. Y ha revertido el desarrollo humano del país en más de dos décadas (PNUD).

Si los medios no vieron los artefactos atiborrados de infamia estallando por todas partes, ¿cómo iban a notar la atroz guerra económica del trasfondo, aunque matara más que las bombas y causara semejante hambruna y pestes?

Ceguera capital

Pero las prohibidas bombas de racimo no dejaron huella, invisibles son los resultados de las masacres. Desaparecen por miles los vivos y de la misma manera las montoneras de muertos. Los medios no vieron los artefactos atiborrados de infamia estallando por todas partes.

¿Cómo iban a notar los grandes medios la atroz guerra económica del trasfondo, aunque matara más que las bombas y causara semejante hambruna y pestes?

Los miles de millones de dólares que van a dar a los bolsillos de dirigentes políticos, compañías y negociantes de medio mundo impiden ver las iniquidades cometidas contra Yemen.

Los acuciosos medios occidentales, que perciben espantos comunistas, rusos, chinos e iraníes por toda parte, no ven las gigantescas salvajadas que perpetran sus aliados. Sus gobiernos, o los aliados de sus gobiernos. O las de sus dueños, que son lo mismo.

Es la primicia sin prisa de los medios en Yemen. Los capitales sauditas cortan la visibilidad mucho más que las seculares tormentas de arena y polvo de la región.

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Periodista y director de cine y tv colombiano. Exconsultor N. U. en medios. Catedrático universitario. Productor de programas en HispanTV, RT, TeleSUR, Señal Colombia. Analista internacional. Director dXmedio.

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