La firmeza frágil del Gobierno de Evo Morales fue constatada en la forma en la cual una minoría de la ultraderecha del país ejecutó el golpe de Estado contra él.
Un presidente legítimo, respaldado por las mayorías del país, fue forzado a renunciar por una institucionalidad militar puesta al servicio de una fuerza anticonstitucional y fascista.
Un proceso de transformación económica, inclusión social y construcción de un nuevo país se fue al traste en cuestión de días. Indiscutiblemente, algo falló en la salvaguarda del proyecto. ¿Traición imprevista? ¿Exceso de confianza? ¿Injerencia inadvertida?
Lo cierto es que la firmeza de Evo Morales era más frágil de lo que muchos pensaron. O pensábamos. De otro modo, ¿cómo entender el golpe de Estado contra su Gobierno? Un golpe gestado por fuerzas violentas y poderosas, internas y externas.
Debilidades adentro
No hay duda de que Evo y el Movimiento al Socialismo (MAS) incurrieron en errores estratégicos a la hora de mantener en pie un gobierno bien ganado. Es fácil ver los toros desde la barrera, al igual que discursear acerca de los sucesos del pasado, así sea a un instante de transcurridos.
Pero es evidente que fue tardía la reacción. Y lo fue en distintos niveles del Gobierno y en los colectivos de protección del proceso frente a la bola de fuego que rodaba desde el Segundo Anillo, el Urubó de Santa Cruz, o desde el sur paceño.
Una tardanza fatal, que no se explica sólo por un exceso de confianza en la propia valía. O a causa de esperar demasiado de la solidez del armazón levantado durante los catorce años al frente de los destinos del país.
Bueno, o por fiarse tanto de la inercia de un lapso aún mayor si contamos las décadas invertidas en la consolidación de bases populares sin duda fuertes.
Algo hubo carcomido en los parales para que el andamiaje se doblara con la primera ventisca. Varias conexiones claves debieron estar interrumpidas toda vez que no se anticipó el modo de enfrentar un golpe anunciado de tiempo atrás.
Los urgidos de validación son los golpistas
¿Qué fue lo que ocurrió? Ya irán saliendo a la luz las variopintas causas de la debacle. Más vale, eso sí, que las enérgicas estructuras indígenas, obreras, mineras y sindicales bolivianas, que esta semana se despertaron sobre la orilla del naufragio, las sopesen bien antes de dar cualquier salto al vacío.
Ojalá que no se enfrasquen los líderes en las rencillas internas del poder que tuvieron y ya no tienen. Y que no se aferren de los salvavidas arrojados por los golpistas calculadores con el fin de fragmentar sus organizaciones.
Que no se olvide que ahora los necesitados de validación y empuje son quienes se atribuyeron un mandato que no les corresponde. Y con una representación que en lo cuantitativo acaba de evidenciar su minoría y que en lo cualitativo es inmoral e ilegal.
Es innegable que sufre desgaste un líder o un partido continuados por varios períodos al frente del Gobierno. Así sea vencedor en elecciones libres, beneficie a las mayorías y obre con limpidez y prudencia.
Más aún, con el potente empuje de los medios dominantes enfrentado, y una persistente manipulación de la opinión pública.
Lo malo de Evo es que fue bueno
No obstante, no creo que por ahí esté el nido de las garzas. El colapso tiene que ver con los golpes asestados a círculos de capital enraizados en la economía y las finanzas del país, nacionales y transnacionales, resentidos e intrigantes.
Aquellos que no pueden ser asimilados o integrados a un ecosistema con nuevas prioridades y distintos esquemas de relación y valor.
La exigua progresión política o económica de un grupo social, un sector de la economía o una circunscripción territorial, indefectiblemente, implica variaciones, alteraciones y recortes en otro.
No necesariamente por la aplicación de esquemas diferenciales de predilección o sustracciones, sino aun de complementos o beneficio común.
Lo realmente malo de Evo fue que su Gobierno ha sido bueno. De ahí que romperlo era una prioridad. De no haberlo tumbado el golpe tramado, los restantes dispositivos estarían en marcha.
El Gobierno estadounidense ya aprontaba un paquete de drásticas medidas económicas y financieras, parecido al que padecen Venezuela y Cuba. Y a los que probablemente le aplicarán luego a México, o a Argentina, una vez que asuma el presidente Alberto Fernández.
En el contexto de agitación continental, los gobiernos insumisos son intolerables para los poderes hegemónicos. La insubordinación de los de abajo es violencia, la de los de arriba es exigencia de libertad.
La firmeza frágil del Gobierno de Evo
La matriz mediática puesta en marcha por los golpistas bolivianos y la prensa dominante tiene una coincidencia histórica aciaga.
Por ejemplo, la afirmación de que Evo Morales renunció a la presidencia a voluntad tiene el mismo corte embustero y repulsivo de la teoría puesta en circulación por los golpistas en Chile, en 1973.
La Junta Militar encabezada por Augusto Pinochet, hace 46 años, afirmó con absoluta desfachatez que Salvador Allende se había suicidado.
No se llama renuncia a la dejación forzada de un cargo. Ni a la dimisión ante la disyuntiva de que le asesinen a la familia o acribillen a los copartidarios. Como nadie se suicida con dos disparos percutados con dos armas distintas. O con una pistola empuñada, por primera vez, después de muerto.
“Ahora sí está usted en la potestad constitucional conforme el Artículo 244 y el Artículo 6, incisos E y G, de su Ley Orgánica de la Fuerzas Armadas, de mandar a sus funcionarios a la calle para que le colaboren a la Policía”.
De ese modo conminó al traidor Kaliman, luego de que el presidente Morales fuera obligado a renunciar, la senadora Jeanine Áñez, que horas después habría de suplantarlo.
Otra tergiversada interpretación del Artículo 244 de la Constitución, que por ninguna parte habla de que las Fuerzas Armadas apoyen las acciones vandálicas y de intimidación de la Policía.
En cambio, sí es categórica al establecer que las Fuerzas Armadas tienen por misión fundamental “garantizar la estabilidad del Gobierno legalmente constituido”.
Algo que sólo se dignaron cumplir cuando ya no había Gobierno legal que preservar.
BIBLIOGRAFÍA
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Ver: TINIEBLA ENCENDIDA EN BOLIVIA
La tiniebla encendida en Bolivia: reanudar el pasado
Biblias para un golpe de Estado.
La firmeza frágil del Gobierno de Evo Morales.