Análisis

Duque recrudece la violencia en Colombia

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Los equivocados del poder Lo primero que hay que decir es que Iván Duque y su círculo cercano de “gomelos” prepotentes se equivocaron de cabo a rabo. Pero, también, erró el sanedrín que dirige al presidente simulado, el cual encabeza

Los equivocados del poder

Lo primero que hay que decir es que Iván Duque y su círculo cercano de “gomelos” prepotentes se equivocaron de cabo a rabo. Pero, también, erró el sanedrín que dirige al presidente simulado, el cual encabeza el expresidente Álvaro Uribe.

Se equivocaron porque su tanteo de introducir esa reforma tributaria no tuvo en cuenta el grado de malestar social que ellos mismos habían causado. La absoluta y grande inconformidad en el grueso de la población del país.

La protesta por la reforma pudo tener un estímulo adicional en esa propuesta despreciable de la reforma, pero tiene un origen mucho más profundo. La situación es más compleja, más enmarañada, que unos inconformes gritando “¡abajo más impuestos!”.

Tiene que ver con demasiadas cosas que afectan en lo profundo las estructuras  de la sociedad colombiana. Desigualdades que en vez de aliviarse se agravan, infamias que en vez de aplacarse se intensifican.

La paz hecha violencia y trizas

Una sociedad a la que se le brindó una esperanza de paz y se le concretó una violencia aún más desbordada y perversa. Y eso es mucho decir en una historia de depravaciones que lleva siglos a cuestas.

Una sociedad que acarició unos días de cierta calma, a la que asesinan y masacran frente a la indolencia y la inoperancia de un Gobierno que pareciera disfrutar el desangre. Gobierno al que, a la hora de la verdad, le conviene el caos nacional.

Se equivocó este Gobierno y los que él representa pensando que todo se calmaría en cuestión de horas, o días. Creyó que al retirar la propuesta de reforma las aguas del conformismo volverían a su nivel.

Un Gobierno ciego y sordomudo

Un Gobierno que se niega a aceptar que con paños de agua tibia no va a solucionar los problemas esenciales para los cuales el pueblo pide atención y soluciones. No más promesas vanas ni más soberbia.

Veo difícil el panorama porque este Gobierno sigue sin darse cuenta de lo que ocurre en el propio país, en sus narices. No lo ve, o no quiere verlo. En todo caso, no hace nada para remediar una situación delicada. Más bien sucede lo contrario, y hace lo que puede para recrudecer el descontento y la violencia.

Y ahora cree que llorando en Europa, hablándole en inglés a los estadounidenses, o enviando a una canciller igual de inepta que la precedente, solucionará los problemas que generó. En otras palabras, se le incendió el rancho por andar incendiando el del vecino.

Duque carece de la dignidad para irse

Este es un país presidencialista, y es probable que en el caos nos mantendremos mientras Duque no se vaya. Si tuviera integridad, partiría ahora mismo de la presidencia. Descendería tranquilo al sepulcro del olvido: el de haber sido uno de los mandatarios más brutales de nuestra salvaje historia patria.

Pero, claro, no será así. Lo tendremos tratando de paliar con ungüentos un mal sustancial. Será un tiempo duro el que viene, con elecciones a la vista en 2022.

Porque ante la amenaza de que los sectores que representa pierdan el poder, Iván Duque atentará contra la cuestionable democracia colombiana.

El miedo del portero ante el penalti

Lo que pasa en Colombia es que hay un presidente desesperado. Hay un Gobierno desesperado. Y un partido, una élite asesina, que lleva dos décadas en el poder y que está desesperada porque ve señales claras de que va a perder el dominio.

Un poder que le reporta enormes ingresos a esa élite. Un poder gracias al cual ha aumentado fortunas, validado las mal habidas, y mantenido e incrementado negocios que son negociados. Es decir, narcotráfico. Tierras ampliadas a la brava, y proyectos mineros, agroindustriales y empresariales fortalecidos. Ilícitos legalizados.

Hay desespero porque ese control perdido significa la pérdida de una impunidad de la que disfrutan desde hace años.

Ahora esa confrontación, además de darse en las calles de muchas ciudades, convertidas en campos de batalla por las intervenciones abusivas de la Fuerza Pública, empieza a librarse en el campo internacional. Hacia allí enfila Duque sus baterías comunicacionales y diplomáticas.

La realidad cubierta con mentiras

La contundencia de las imágenes que los abusos policiales, el Gobierno la trata de contrarrestar mediante la palabra. Mejor dicho, con mentiras falsea las situaciones que él mismo desencadenó.

Son las actuaciones inconcebibles de las llamadas fuerzas del orden, que en Colombia son verdaderas fuerzas del desorden, del caos y de las actuaciones criminales.

Porque detrás de todo lo que ocurre ahora mismo en el país, sí, puede que existan grupos que buscan pescar en el río revuelto, y que ocasionan daños, incendios, en fin.

Pero detrás de eso está el propio Gobierno, la élite que gobierna, y sus aliados, en realidad, secuaces. Una élite afín al crimen organizado, allegada a grupos paramilitares y narcotraficantes.

Detrás de todo lo que ocurre está el Gobierno que se niega al diálogo. Que desprecia la aproximación civilizada con unos jóvenes que están ahí protestando porque no encuentran otra salida. No tienen otro camino, si es que piensan en futuro alguno.

Un Gobierno que no sólo les niega todo, la posibilidad de estudiar, capacitarse, organizarse, y que si protestan los trata de vándalos, en el mejor de los casos. Hampones y terroristas. Y que les envía las huestes del SMAD, los escuadrones antidisturbios transformados en escuadrones de la muerte.

Duque recrudece la violencia

Un gobierno así tiene la culpa de todas las muertes y de la tragedia que acontece, de los bloqueos mismos, de la crisis social generada.

El papel de la comunidad internacional es crucial en el desbarajuste. No sé en lo diplomático. En este ámbito, va a ser difícil. Personajes como (Josep) Borrell, de la Unión Europea, y tantos de la extrema derecha internacional, van a apoyar las medidas represivas de Duque.

Pero, más allá de eso, es crucial el apoyo de las sociedades, los pueblos de todas partes y los medios internacionales independientes. El papel de HispanTV, yo lo he destacado, y de tantos medios alternativos, es fundamental.

juan-alberto-sanchez-marin-gravatar

Periodista y director de cine y tv colombiano. Exconsultor N. U. en medios. Catedrático universitario. Productor de programas en HispanTV, RT, TeleSUR, Señal Colombia. Analista internacional. Director dXmedio.

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