Sumas armadas de la oposición venezolana, que ni arregladas le han servido para llegar a parte alguna. Menos aún para tumbar al presidente Nicolás Maduro. Los porcentajes se alteran, las cantidades se acomodan, los exponentes se invierten. Muchos aportan trastoques y falsedades, y cada vez más lejos del poder.
En las intenciones de los golpistas venezolanos, los militares siempre fueron la joya de la corona. El objetivo principal a cautivar y sobornar. En América Latina, particularmente, un golpe de Estado sin militares sería igual a una revolución de colores sin la CIA, la NED, Soros o la USAID.
El día después de mañana
Al día siguiente de la fecha establecida para el definitivo derrocamiento de Nicolás Maduro, Guaidó y los líderes opositores aún salían sonrientes en los programas matutinos de televisión.
Pero estos dirigentes conspiradores no fueron los únicos triunfalistas. También lo fueron los altos funcionarios estadounidenses, el tunante secretario general de la OEA, y el aún más tunante presidente de Colombia. Alguno que otro solícito advenedizo y, por supuesto, los medios hegemónicos de la región y medio mundo.
Luego de la gran parafernalia montada en la frontera colombiana, todos daban partes alegres, por donde podían y como bien sabían hacerlo. Eran especialmente efusivos cuando un militar mordía el anzuelo de los veinte mil dólares ofrecidos por cabeza desertora (HSB Noticias, 2019).
Fue así el domingo 24 de febrero de 2019, el lunes 25, incluso, el martes 26. A la semana siguiente, a comienzos de marzo, la vehemencia empezó a menguar. Desde entonces, no ha dejado de hacerlo. El fuego se extinguió; la rapiña no.
Reclutas en la mira
Cada soldado era esperado con una expectación cómica al otro lado de la línea fronteriza. Una línea más imaginaria de lo que son este tipo de separaciones en cualquier parte. Colombia y Venezuela son dos pueblos fusionados desde la cuna y entrecruzados en la sangre.
Hermanados por la Independencia, y unidos en más de dos mil doscientos kilómetros por ciudades, comercio, ríos, montañas y culturas.
A los reclutas que arribaron primero les tenían lista la gestión de la nueva ciudadanía colombiana (gestión que semanas después seguiría en papeleo, es decir, en veremos y empapelada) Y les estaban abiertos muchos micrófonos para decir alguna chorrada antipatriótica de Venezuela y patriotera del vecino.
Saltar unas cuantas vallas fue exhibido como algo heroico. Tanto como incendiar el viejo camión de penetración sin siquiera cruzar las improvisadas cercas. Porque, no lo olvidemos, el caballo de Troya ardió antes de cruzar el país fortificado con contenedores vacíos.
De uno en uno no sumaron nada
De uno en uno fueron agregando y exhibiendo soldados desertores ante las cámaras. Hora tras hora, días tras días, hasta que se escabulleron las lentes y se terminaron los tiempos pregonados. La suma total de los evadidos, con la ayuda de la aritmética y de otros malabares más abstractos que el álgebra, a duras penas sobrepasó el medio millar.
Después de abandonado el asunto, el arrinconado Guaidó sostuvo en un pretérito resignado que los tránsfugas llegaron a ser más de mil. Algo es algo, por no decir que fue nada de nada. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) está integrada por 235 000 militares.
Guaidó, en la última oportunidad en que se refirió al tema con menos distracción, ratificó con cara de victoria que más de seiscientos militares le habían “dado la espalda a Maduro” (RCN, 2019). Soltó la frase como si la cifra fuera un éxito. Se permitió agregar que “un 80% de las Fuerzas Armadas “están” a favor del cambio”. Y que se mantenía en “el proceso para buscar más apoyo”.
Hay quienes piensan que todavía anda buscándolo, pero no. Ya no necesita más apoyo, sino tiempo. El que pueda para seguir saqueando los capitales internacionales del Estado venezolano. Con el apoyo del Gobierno estadounidense y la mafia mayamera. Y del Gobierno colombiano, encabezado por Iván Duque, el secuaz casi perfecto. O de quienes sea que le jalen al concierto internacional para delinquir.
Sumas armadas de la oposición venezolana
Por estos días de consternación, el autoproclamado manifiesta que las simpatías giran en torno al 90%, pero que aún le falta un tanto, lo cual permite suponer que esas avenencias castrenses son inversamente proporcionales a la perturbación de sus opciones.
¿Qué ocurrirá cuando franquee el 100% del apoyo militar y el 100% del de la población? ¿Cuánto por ciento falta, en su criterio variable, para que suceda algo, y cuánto sobra para que no pase nada?
¿De qué niveles de apoyo requiere Guaidó? ¿Y eso como por qué será? Hasta en los sistemas de las mal llamadas democracias y en la mayoría de las entidades y empresas si alguien cuenta con la mitad (el 50%) más uno de los votos ya ganó. Apenas, acaso, reformas constitucionales o decisiones súper trascendentales se toman con mayorías cualificadas, digamos, del 55 o el 65%. Las dos terceras partes de un parlamento o una junta.
Este es entonces un caso particular donde el que cuenta con el 80 o 90% a favor dispone de las dificultades del que tiene el 10 o el 20%, o menos, y está en la obligación de remontar. Algo que no cuadraría si se tratara de las matemáticas normales, de pénsum y currículos, pero ya sabemos que no es así.
Si no, tampoco sería posible que seiscientos uniformados fueran el 80% de 235 000. Tal elucubración, por consiguiente, querría decir que el golpista apenas llegó al 0,25% de las fuerzas militares para dar el golpe. Con razón le fue como le fue, diría cualquiera. Pero, recordémoslo de nuevo, aquí las cuentas y los cómputos gozan de otra jerarquía.
Los guarismos de Guaidó
Además, hay que considerarlo, Maduro obtuvo 6.248.864 votos en las elecciones presidenciales de mayo de 2018. Un guarismo nada despreciable, que representó el 67.84% del total de los votos escrutados (9.387.449). (CNE, 2018).
El único cargo de Guaidó cosechado por elección popular ha sido el de diputado de la Asamblea Nacional por el estado Vargas, en 2015, donde se ubicó de segundo para los dos puestos con que contó el pequeño estado. Allí contabilizó 97.492 del total de los 410.342 votos escrutados (el 26,01%). (CNE, 2015).
Según las matemáticas de la escuela, la simplona cuestión de saber qué porcentaje de votos tiene Guaidó con respecto a Maduro se resuelve con una regla de tres simple. Si tenemos que los votos de Maduro son el 100%, ¿cuál es el porcentaje de los votos de Guaidó?
ues bien, basta con multiplicar la cifra de Guaidó por cien y el resultado dividirlo por la de Maduro. Así tendremos que el autoproclamado cuenta con poco menos del 1,56% de los votos de Maduro.
En términos electorales eso de por sí podría tolerarse. Al fin y al cabo, alguien puede alegar que es como comparar peras con manzanas. Una cosa son las elecciones presidenciales y otra las legislativas, en mecanismos, en identificación, en participación. Tal vez. Aunque en términos estrictamente cuantitativos votos son votos y números son números. Deberían serlo, digo.
Un saqueo democrático
El colmo del descaro es basar la legitimidad de Guaidó en su respeto a las reglas de juego de la democracia. Como si alguna vez hubiera ganado elección presidencial alguna.
Y pregonar a los cuatro vientos que él merece la presidencia, precisamente, por la razón que le da esa democracia. ¿Cuál democracia? No es, en todo caso, una presidencia conseguida con votos. Y no se la otorgado un pueblo que no lo conoce como individuo ni lo reconoce como mandatario.
Cuenta con grupos de extremistas pagos, e inadaptados y matones de allende la llanura. Para esos pagos y viáticos el autoproclamado presidente hace autogiros de los recursos que el Gobierno de Estados Unidos le roba a Venezuela. Dineros que van a dar a los bolsillos de Guaidó, y que fueran un autorrobo si creyéramos que él hace parte del pueblo por el que invoca la lucha.
Habrá que ver cuánta hambre van a aguantar en Cúcuta los soldados y cabos y sargentos renegados esperando los ofrecimientos incumplidos de Duque. Desde unos cuantos dólares hasta el redimido país de Nuncajamás al que les prometieron regresar de la mano de Guaidó y de los narcoparamilitares de «los rastrojos». Varios días después, o sea, hace ya semanas que pronto serán meses y, en un santiamén, hartos años.
Debieron darse por bien servidos que luego del show de la frontera no los acusaran de espías en Colombia (Fernández, 2019). O que no los deportan como amenazas a la Seguridad Nacional del país al que menos le importa la inseguridad rampante.
El coronel que no habría tenido quien le escribiera
Rubén Alberto Paz Jiménez fue un médico y coronel que llamó a reconocer a Guaidó y a desconocer a Maduro. Mal leyó ante la cámara el texto que le redactó algún enemigo, donde hizo un llamado a sus compañeros de armas: “¡Seamos valientes, no tengamos miedo!” (El Nuevo Herald, 2019).
El militar maracucho falleció una semana después del perentorio emplazamiento. No lo mató Maduro ni el socialismo del siglo XXI. Ni creo que haya sido el arrepentimiento por no haberse hecho caso. Lo mató un infarto súbito. En Estados Unidos, eso sí. Porque es más cómodo ser valiente en la localidad del Doral, en Miami, Florida, donde murió.
Partió raudo de su país y aún más pronto de este mundo. Se evitó, al menos, el suplicio de ver que ni por los siglos de los siglos su autoproclamado Guaidó sería un presidente real. De verdad sólo fue un maleante, un ladrón.
El coronel nunca iba a tener quien le escribiera a contarle que podría volver a su patria (convertido en el valeroso héroe que no fue). Al igual que el de García Márquez, este coronel traidor estaba condenado a morir esperando.
El difunto Paz Jiménez Rubén Alberto no es El coronel Chabert (Balzac, 1832) que un día regresará de entre los muertos a reclamar lo que ya no tiene (en este caso, que tampoco tuvo). Apenas fue una víctima más entre las tantas que caen en las trampas golpistas de Washington y sus secuaces criollos. Las que cambian una patria por unos dólares. Al coronel lo salvó su corazón.
Bibliografía
- Balzac, Honoré. (1832). El coronel Chabert (2018). Trad. Mercedes López Ballesteros. España: Penguin Clásicos.
- Consejo Nacional Electora, CNE. (2015). Elecciones a la Asamblea Nacional. 6 de diciembre. Disponible en: http://www.cne.gob.ve/resultado_asamblea2015/r/0/reg_240000.html
- Consejo Nacional Electora, CNE. (2018). Divulgación de resultados elecciones 2018. 28 de mayo. Disponible en: http://www.cne.gob.ve/ResultadosElecciones2018/
- Fernández, Andrés. (2019). Temor por contrainteligencia con sello chavista en Colombia. Panam Post, 4 de marzo.
- HSB Noticias. (2019). Tensión en la ONU: EE.UU. mete presión, Venezuela denuncia pagos a militares para desertar. 27 de febrero. En: https://bit.ly/2XZZ9Tf [14 de marzo de 2019].