La matemática maniatada-Números contra Venezuela a los que recurre un Guaidó rodeado de embajadores sin credenciales ni sede, y de emisarios que no aparecieron por sus misiones ni se movieron de sus aposentos particulares. Pero todos esperan a ver qué les cae de los dólares robados por Guaidó y el Gobierno estadounidense, o del oro saqueado por los lores ingleses.
ONU + ONU = 0
La matemática maniatada-Números contra Venezuela que son cifras contra el Gobierno venezolano y estadísticas a favor de los opositores belicosos. No obstante, el país aferrado a su proceso, y el presidente Nicolás Maduro consolidado en una presidencia que resiste recios embates.
193 países son miembros de la ONU. 54 países reconocieron al golpista Guaidó como presidente interino. Es decir, a 139 estados no les pasó por las cabezas gubernamentales que Nicolás Maduro no fuera el auténtico presidente de Venezuela. O, lo que es lo mismo, 139 países no reconocieron como presidente al invento estadounidense.
Por estos días convulsos Guaidó vuelve a hablar de los muchos que lo reconocen. Que superan los 60, dice; pero nadie los nombra ni se encuentra el repertorio en parte alguna. Ni siquiera en la Wikipedia (2019), que actualiza cada tanto sus gazapos al respecto.
Nuevos Estados han de haberse agregado a la farsa, pero de incógnito. Otro, los vergonzantes, reconocen en el fuero interno que no debieron reconocer al irreconocible.
Un reconocimiento por convicción ajena, que en verdad es un acatamiento por conveniencia. Y procede, claro está, de Estados Unidos, el fértil criadero de las mayores falacias. Y de Colombia, cuyos Gobiernos serviles (Duque no es la excepción) siempre hallan la forma y la normativa para creer y secundar las patrañas contra la región.
España y la OEA: ¡Es pa’ que vea!
O por ladinos de la minería y los hidrocarburos, mayúsculos y aprovechados, como el Gobierno canadiense.
U oportunistas de doble vía, como el de España, que salta matojos diplomáticos y cambia posiciones como Pedro Sánchez los trajes azules. España pasó de trabajar con los países de la Unión Europea “para garantizar que los representantes de Guaidó en la UE no reciban estatus diplomático o privilegios” (Neue OZ, 2019) a todo lo contrario.
El Gobierno español tuvo la cara dura de instar al presidente Maduro a convocar a elecciones. Lo hizo, además, a término perentorio. Una grosería que Pedro Sánchez escudaba leyendo unas definiciones de diccionario de la democracia (El País, 2019) que los españoles no tienen desde hace ochenta años (1 de abril de 1939). La reconvención a partir de un ejemplo no ofrecido.
Lo cierto es que Guaidó está rodeado de embajadores sin credenciales y sin sede. Y de emisarios, los más listos, no hay duda, que nunca aparecieron por sus misiones ni se movieron de sus aposentos particulares.
En la fogosidad febrerista (a la venezolana, que no a la paraguaya, pero casi), con un sentido colombo lefebvrista de la renovación diplomática, Guaidó nombró su representante ante la OEA. Gustavo Tarre Briceño. Otro más en la larga nómina de los embajadores, más extraordinarios que plenipotenciarios, nombrados a dedo.
Designado, eso sí, a la medida de Alejandro Ordóñez Maldonado, el exprocurador colombiano que en la misma organización estadounidense representa al país vecino. Otro funcionario hipócrita, idéntico al cura de las misas a las que asiste Ordóñez: de espaldas a la feligresía. Es decir, al pueblo. Pero no a la rapiña.
La renovación a la antigua
Viejos figurines de Acción Democrática (AD) resurgen en familiares interpuestas, hijas y sobrinas. O seniles caudillos de Copei que aún actúan de cuerpo presente.
Para que no lo despellejen vivo, Guaidó echa mano de vetustos acorazados. Vuelve la vieja data de nuevo cuño y remozada la IV República. Guaidó y su banda ansían que de la V el país retorne a la IV, que sí fue una república de quinta.
La Unión Europea (UE), en su prepotencia, le dio ocho días a Maduro para convocar a elecciones bajo la amenaza de reconocer a Guaidó como presidente. Pero mira para otro lado cuando asoman sus nombrados de pacotilla.
Sólo les da carácter de representantes personales de quien, a la hora de hablar en serio, no descifran qué representa. Saben de sobra que no es al país (Neue OZ, 2019).
El inaudito presidente autoproclamado, de una transición que no existe, es otra vez el agitador de toda la vida. El lenguaraz en trance que espera derrocar a Maduro esparciendo el caos. Habla majaderías por hablar; recita desatinos por abrir la boca. Aboga por Leopoldo López, el terrorista encarcelado, el jefe y el que pone trago y droga en las rumbas. Y reparte planillas traducidas del inglés.
Tiene por escuderos a caudillos venidos de la nada a menos: Manuel Rosales, Henrique Capriles, Henry Ramos Allup, Edgar Zambrano, Luis Florido. Esto, citando por citar unos cuantos dummies presentes en el lanzamiento exhibicionista de su Operación Libertad (NTN24, 2019).
El autodenominado presidente no será autoproclamado
Estados Unidos, para despejar dudas, conminó a los medios a que en sus coberturas no se les ocurriera llamar líder opositor ni presidente autoproclamado a Guaidó. O sea, al autodenominado Juan Guaidó. Porque ninguno de los dos calificativos sería (¿Es? ¿Era?) correcto, según los gringos.
Lo correcto es la pantomima. Nada más que otra manifestación de la acendrada manía estadounidense de justipreciar al lacayo y menospreciar al gobernante legítimo que los contradiga.
¿Por qué? No existe una razón democrática. No hay ningún fundamento en la jurisprudencia. Los artículos constitucionales citados para avalar la intentona de golpe en Venezuela (233, 333 y 350, y la amenaza eterna del 187, numeral 11) no tienen nada que ver con las motivaciones por las que son traídos por los pelos.
No son factibles las excusas de liberación o las salvaciones. No cabe altruismo ni carácter excepcional de nada.
Estados Unidos se ha autoproclamado adalid del planeta. Se apropia de las riquezas existentes en las regiones que somete. Su autoridad amenaza a los países que eligen el destino de no ser peones o secuaces. Los estadounidenses se asignaron a ellos mismos el papel de héroes de tira cómica y buenos de película mala.
“Referirse a Juan Guaidó de cualquier otra forma que no sea presidente interino es falso, cae en la narrativa de una dictadura”, afirmó Robert Palladino, portavoz del Departamento de Estado (2019). Vaya paladín de la intriga resultó ser este Palladino.
Lo único tan grotesco como lo que anunció es la manera ridícula en que lo hizo. Sin convicción y sin la menor cortesía hacia el tonto que tomaba nota de lo que decía.
Lo único tan grotesco como lo que anunció Robert Palladino, portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, es la manera ridícula en que lo hizo: sin convicción, sin la menor cortesía hacia el tonto que tomaba nota de lo que decía.
La matemática maniatada-Números contra Venezuela
En la vida cotidiana, las centenas de horas perdidas aprendiendo cálculos y aritméticas, álgebras y matemáticas, apenas son una hilera de agraciadas esdrújulas. A lo sumo, la instrucción ardua que nos lleva a identificar “>” y “<“ (mayor que y menor que) como dos signos solitarios e inútiles.
Podemos afirmar, de tal suerte y sin miedo a error, que 54 > 193. Lo que es lo mismo, 193 < 54. De eso tratan de convencernos, en asuntos de números, sumas y restas, los mismos que nos han persuadido de que tienen y tenemos democracia. Que tienen y tenemos justicia, y al alcance esa ave arisca llamada felicidad.
La verdad es que cualquier otra lectura de la realidad es amañada y le sigue el juego a “una dictadura” comunista. La matemática maniatada no miente.
Bibliografía
Conatel. (2009). Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. 19 de febrero. En: http://www.conatel.gob.ve/constitucion-de-la-republica-bolivariana-de-venezuela-2/
Wikipedia. (2019). Crisis presidencial de Venezuela de 2019. En: https://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_presidencial_de_Venezuela_de_2019
Ver también
Números contra Venezuela
- La matemática maniatada: números contra Venezuela.
- Sumas armadas de la oposición venezolana.
- El totalitarismo democrático de los opositores venezolanos.
- Atraco a la economía de Venezuela.
- El lado correcto de la mentira en Venezuela.