Estados Unidos y Europa infringieron el pacto nuclear con Irán. Estados Unidos al abandonar el acuerdo nuclear. Europa al no hacer nada para su implementación. Irán soporta un asedio brutal, pero le deja claro al mundo y a las contrapartes la grandeza del país y la fuerza de su cultura. Estados Unidos y Europa le incumplen a Irán, ¡y el persa ahí!, inamovible y milenario.
Érase una vez Europa
Europa ha progresado notablemente durante los últimos quinientos años. En poco tiempo, en el estertor del siglo XV y el arranque del XVI, pasó de ser una tierra salvaje y periférica por más de un milenio a ocupar el centro del mundo.
Con la excepción, por supuesto, de media península ibérica, al-Ándalus. En buen momento conquistada por los Omeyas árabes; en mala hora reconquistada por lo visigodos cristianos. Y, acaso, por un lapso no largo, al sur de Francia, de Septimania.
Ahí, como núcleo y colonizadora del mundo, increíblemente, entre altibajos y sin con qué en la mayoría de las veces, Europa se sostuvo alrededor de cuatro siglos y medio. Devorándose a sí misma por dentro, en un cáncer de monarquías sanguinarias, y saqueando al mundo en una alternancia de imperios brutales.
La gloria de expugnar
No arribaron al vórtice del progreso, el humanismo, la ciencia y las artes por determinada perfección exclusiva del intelecto. Ni debido a mejoras peculiares en la apreciación del mundo o del Estado. O a renovadas exégesis de la existencia, optimizados pensamientos de precisión (a excepción, quizás, de Alemania) u otro desarrollo esquizoide de las ideas.
Europa fue lo que fue, simple y llanamente, en virtud de su carácter aventurero, salvaje y bélico. Europa se ubicó a sí misma al centro del mundo colonial que inventó, y fue el punto de convergencia sólo porque sometió y dominó al resto de pueblos.
Sus interpretaciones ideológicas produjeron soberanos y sumisos. Amos, esclavos y desalmados (seres sin alma) en Asia, África y América. La Justicia se desfiguró. De los anales de Grecia y Roma recuperaron las claves de la distorsión. Su codicia se transformó en leyes que todavía nos ponen de rodillas.
Éranse una vez los Estados Unidos
Eso, justamente, es lo que hoy hace Estados Unidos, su criatura. La nación encandiladora a la que le cedieron el turno de las conquistas y los atropellos.
Mitad de puritanos, mitad de bandidos, sin una historia fiable ni civilización detrás, la nueva estirpe se erigió sobre los despojos y la extinción de naciones enteras. Los pueblos de la pradera y del bisonte. Del águila, la serpiente, el ciervo, el lobo, el coyote, la serpiente.
Estados Unidos gana el linaje guerreando contra dos siglos, de afán y en el desenfreno de la acumulación. Los ideales preferibles serán entonces y siempre los supremacistas. Los de Trump, desde antes de que arribara su ancestro alemán. Superiores, si no de excelsos valores, sí de excesivos réditos.
Los Gobiernos europeos desprecian al estadounidense que los menosprecia. Los unos son engreídos; el otro, soberbio.
Los Gobiernos europeos desprecian al estadounidense que los menosprecia. Los unos son engreídos; el otro, soberbio. El problema es que los engreídos y los soberbios siempre tienen cierto grado de inocencia y bastante de simpleza. Fragilidades intrínsecas jamás reconocidas.
¡Pobre pueblo estadounidense!
A los europeos les remuerde que Irán no acepte sus términos, pero más les corroe tener que acatar, la cabeza agachada, los de Trump. Quien, a su vez, procura compensar la flaqueza interna con lemas felices y el declive externo con amenazas.
Qué lejos están ambos, europeos y estadounidenses, del universo milenario de los iraníes. Que vengan su intenso dolor sin muertos y dañan al imperio sin aspavientos. Y que en medio del asedio feroz fortalecen el eje de resistencia, mientras en esa sencillez disimulan la complejidad de su esencia y fuerza.
¡Grandioso pueblo estadounidense! ¡Pobre pueblo, cada cuatro años lidiando con gobiernos similares de idénticos partidos! ¡Pobres gobiernos los que por dentro no son más que la irreconciliable partición del poder esquivo!
El que degrada a otro me degrada
«¡Arrancad los cerrojos de las puertas!/ ¡Arrancad las puertas de los goznes!/ El que degrada a otro me degrada,/ Y todo lo que se dice o se hace vuelve a mí al fin», cantó Whitman (1855).
Walt, el jovencito con apariencia de septuagenario. Walt, el viejo de figura recia que enalteció sin prurito la homosexualidad. El gran poeta de la democracia en veremos, y del ánimo y la rudeza estadounidenses.
Pero qué les va a importar a Trump o a Pompeo o a cualquiera de su clase lo que cantó Walt Whitman. Es decir, poco les atañe que se vuelvan contra sus compatriotas los daños que ellos van obrando por el mundo.
Para eso construyen los muros que los encarcelan dentro de su nación de libertades fingidas. Por eso entierran en túneles blindados, para que no los maten, a los cientos de miles de soldados, mercenarios, aliados y funcionarios. Aquellos que nadie quiere y que enmohecen en las bases y embajadas maldecidas por los invadidos de los cinco continentes.
Estados Unidos y Europa le incumplen a Irán, ¡y el persa ahí!
El mundo es un hervidero de conflagraciones prescindibles. De las decenas o docenas que surgen y se expanden cada día, la única indispensable es la que se libra contra la existencia de las guerras mismas. Y si hay una injustificada e injusta es la emprendida contra el país persa.
Estados Unidos y Europa le incumplen a Irán, ¡y el persa ahí! Estados Unidos emprendió una guerra despiadada contra el país que no había dejado de cumplir el pacto. El primero por acción; la segunda por omisión.
El aislado imperio de Oz que el presidente estadounidense conduce como un emporio de casinos jubilosos.
¡Infatigable Irán, que cada tanto ha resistido, unos tras otros, a los imperios europeos de la rancia Modernidad. Y al macedonio, al romano, al árabe, al mongol y al otomano.
Irán encara ahora, como uno más cualquiera, como otro de los muchos sorteados a lo largo de su historia, el decaído imperio de un Trump decadente. El aislado imperio de Oz que el presidente estadounidense conduce como un emporio de casinos jubilosos. Tantos efímeros predominios planetarios al acecho, ¡y el persa ahí!
Bibliografía
HispanTV. (2020). Irán advierte a Europa de secuelas de violación de pacto nuclear. 22 de enero aquí.
HispanTV. (2020). Irán revisará cooperaciones con AIEA si UE sigue actos injustos. 19 de enero aquí.
Whitman, Walt. (1855). Hojas de hierba. Canto de mí mismo. (2009). Visor: Madrid.